
¿Demasiada dedicación? Es hora de averiguarlo.
Ejercitarse puede ser una actividad que muchos evitan, sin embargo, hay otra cara de la moneda que desarrolla una adicción por entrenar. Y es que con el bombardeo de imagenes fitness y enfocadas en pérdida de peso en las redes sociales, es fácil obsesionarse con un físico "perfecto".
Mira las señales a continuación y determina si cruzaste la línea del ejercicio sano.
Estas más pendiente de los números que de cómo te sientes
Cuando se trata de actividad física, es común estar más atentos a la cantidad que a la calidad. No es inusual mirar la balanza, medir tu cintura o contar calorías, pero estos dígitos no indican la calidad del ejercicio, ni tampoco son una manera de pensar sostenible.
En lugar de contemplar constantemente la balanza o en el peso, vigila cómo te sientes. ¿Eres más fuerte? ¿Eres capaz de hacerlo mejor que ayer? Eso es lo importante.
Vas al gimnasio todos los días, algunas veces más de una vez al día.
Simplemente no es realista esperar entrenar todos los días. Y si estás en el gimnasio todos los días, entonces no estás haciendo algo saludable para tu cuerpo.
El sobreentrenamiento no es una buena idea por muchas razones. No solo te quita el tiempo tan necesario para las otras tareas, sino que también físicamente poco saludable.
Según Shape, tus músculos crecen cuando descansas, por lo tanto, mejora tus entrenamientos fuera del gimnasio. La revista también explicó que si vas al gimnasio todos los días se pueden provocar cambios de humor, problemas menstruales y agotamiento.
Solo piensas en ir al gimnasio
Una de las maneras más fáciles de saber si algo es una obsesión es controlar el proceso de pensamiento que lo rodea. Si tu pensamiento se vuelve constante, es cuando es el momento de evaluar si está gobernando tu vida o no.
De acuerdo con Psychology Today, una vez que su concentración en el gimnasio (o cualquier otra cosa) comienza a obstaculizar, distraer o hacer que ignores tareas necesarias y saludables, es cuando se convierte en una obsesión preocupante.
Asegúrate de mantenerte enfocado en cosas fuera del gimnasio, especialmente teniendo en cuenta que el gimnasio en sí no siempre es la clave para un estilo de vida saludable.
Estás ignorando tu cuerpo
Tu cuerpo tiene formas de decirte que te estás excediendo. Si se siente tenso, agotado, fatigado o enfermo, es una señal de que podría ser el momento de dar un paso atrás o omitir el entrenamiento de hoy. Recuerda que si duele o se quema, no siempre es algo bueno.
"Los dolores generales que no desaparecen con una actividad ligera o un calentamiento y que se sienten peor por el desgaste también pueden indicar una recuperación inadecuada", dijo el fisiólogo del ejercicio Dean Somerset a Self. "Esto podría ser una señal de advertencia temprana de daño musculoesquelético por mala recuperación".
Por más que nos enseñen a seguir adelante y esforzarnos hasta nuestros límites, es útil saber la diferencia entre la incomodidad y el dolor absoluto. Si tienes dolor, es hora de dejar de ignorar las señales de advertencia y descansar.
Le dices que no a planes con amigos y familia solo por entrenar
A veces no podemos dedicarle tanto tiempo como quisieramos a nuestros allegados, pero no es lo mismo a cancelar planes con frecuencia porque prefieres ir al gimnasio (como si fuese una obligación de vida o muerte).
"Sabes que estás un poco obsesionado con la condición física si los otros aspectos vitales de la vida, incluidos la familia, los amigos, el trabajo, la comunidad y la diversión, siempre ocupan un segundo plano en tus entrenamientos", dijo la experta en fitness Jessica Corbin a Psychology Today.
Tal vez tienes una rutina diaria y te gusta seguirla. Eso está bien, pero también es importante incorporar a la familia o amigos a esa rutina también.