
Danny Bowman intentó quitarse la vida por no lograr la "foto perfecta".
La historia de Danny Bowman es la de cualquier adolescente con una cámara (o celular) y un perfil en una red social.
La diferencia, muy importante, por cierto, es que Danny llegó a ser adicto a tomarse selfies y en el peor momento de su enfermadad se tomaba unas 200 fotos por día.
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"La única cosa que me importaba -continuó- era llevar mi iPhone conmigo para poder satisfacer mi urgencia por tomarme una foto en cualquier momento del día", confesó el joven inglés en una reciente entrevista con The Daily Mirror.
"La gente las comentaba, pero los niños pueden ser muy crueles. Una vez, uno me dijo que mi nariz era demasiado grande para mi cara y otro se la tomó con mi piel. Entonces empecé a sacarme más y más selfies para conseguir la aprobación de mi familia", dijo.
"Me sentía en el cielo cuando alguien escribía algo lindo, pero destruido cuando escribían algo malo", agregó.
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Las críticas contra su aspecto lograron que se sintiera cada vez peor consigo mismo hasta que intentó quitarse la vida. Cuando intentó darse una sobredosis con calmantes, su madre lo encontró tirado y logró rescatarlo. Fue entonces que comenzó un tratamiento con el que ha logrado superar su enfermadad y lleva dos años sin una selfie.
"Parece muy trivial, pero es precisamente eso lo que lo hace tan peligroso. Casi me quita la vida. Pero sobreviví y estoy decidido a no volver a caer a ese lugar", aseguró Danny.
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